08 julio 2005

Una de Cal...

El Papa quiere volver a las misas en latín y prohibir que comulgen divorciados

Benedicto XVI recorta la duración del principal órgano de participación de la Iglesia católica
El Vaticano afronta en un sínodo en octubre la revisión de la misa para corregir «abusos»

El Vaticano pretende volver a dar a la misa y a la eucaristía la dignidad que en su opinión ha perdido a causa de excesos, descuidos y una pérdida general de conciencia de su importancia entre algunos fieles y sacerdotes. Entre los abusos que observa, además de numerosos detalles de orden estético o ceremonial, se halla el dar la comunión a los divorciados casados de nuevo por lo civil; el desfase entre los pocos que se confiesan y el número mayor de los que comulgan, que hace pensar en numerosos casos de comunión en «pecado grave» o el participar en la eucaristía pese a «negar las enseñanzas de la Iglesia o dar apoyo a decisiones inmorales, como el aborto».

En este sentido el Vaticano recuerda que es pecado apoyar a políticos favorables a actos graves «contra la vida, la justicia y la paz». Para poner orden en la misa se reunirán en Roma el próximo octubre cerca de 250 obispos de todo el mundo en el nuevo sínodo ordinario, la gran asamblea eclesiástica que se reúne periódicamente para debatir los principales asuntos de la Iglesia. La fecha y el tema de este congreso, el undécimo desde que se pusieron en marcha hace 40 años con el Concilio Vaticano II, ya eran conocidos porque fueron una decisión de Juan Pablo II. Lo que es nuevo es la divulgación del documento de trabajo, el Instrumentun laboris que marca las bases de la discusión. y fue presentado ayer en Roma.

Atuendos «decentes» Los puntos de preocupación de la Iglesia ya son conocidos y de hecho fueron abordados por Juan Pablo II en su última encíclica, Ecclesia de Eucharistia , de abril de 2003. Se avecina una maniobra de corrección de rumbo para corregir «abusos» que nacen de «interpretaciones y actos que deforman el sentido de la reforma litúrgica del Concilio». Es decir, que como piensa Ratzinger desde hace tiempo las libertades e innovaciones que introdujo el Vaticano II, último gran concilio reformador, se han llevado demasiado lejos en algunos casos. Las principales fueron colocar el cura de frente a los fieles y abandonar el latín en favor de las lenguas locales, pero la alarma actual se fija en los aspectos más estéticos. La Iglesia opina que algunas desviaciones han llevado a «ritos banales y pobres de sentido espiritual».

Entre los actos que «atentan contra el sentido de lo sagrado» están el comulgar con la mano «sin la adecuada catequesis»; el descuido en el atuendo tanto entre los fieles, que deben vestir de forma «decente», como entre sacerdotes a la hora de llevar los ornamentos litúrgicos.

Íñigo Domínguez

Sólo una pregunta:
¿Hacia dónde nos dirigimos?
Miedo me da...

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