31 octubre 2005

Arquitectura a Tiro (001)

"Una primera impresión de la ciudad contemporánea -por ejemplo, la vista de Nueva York desde el estudio en el que fueron hechas la mayoría de estas ilustraciones- no es distinta del boceto de la página anterior*. Ésta, de hecho, es para el autor la típica escena de cada mañana. Pero hay días ocasionales en los que, con una temprana niebla aún sin dispersarse, uno se encuentra a sí mismo, caminando junto a la barandilla del balcón, espectador de una gala aún más nebulosa. Literalmente, no hay nada más que ver además de la bruma; ninguna torre ha sido aún revelada más allá, y excepto por la inmediata balaustrada (oscura y mojada como la de un transatlántico) no existe la más mínima sugerencia de una localidad o solidez de la escena que vendrá. Para un espectador imaginario, podría parecer que está asomado en un palco a gran altura para ser testigo de algún gigantesco espectáculo, un ciclópeo drama de formas; y que las cortinas tienen aún que levantarse.

Existe un momento de curiosidad, incluso para aquellos que han visto la obra antes, puesto que con toda seguridad están a punto de descubrir algún esqueleto metálico recién construido, alguna torre, o incluso alguna calle que no estaba en el espectáculo de ayer. Y para aquel que no ha presenciado la actuación antes -algún visitante de otra tierra o de otra edad- no fallará en tener al menos un momento de maravilla. ¿Qué revelación va a dejarse ver? ¿Qué es este decorado? ¿Y cuál es el propósito de este moderno drama metropolitano?

Pronto, en algún lugar fuera de la niebla, un pomposo toque de luz áurea aparece: El primer destello emerge sobre la cima de la Metropolitan Tower. Un momento después, un segundo: La cúspide dorada del New York Life Building. Y entonces, en la sucesión merecida las principales arquitecturas elevan sus pináculos hasta ser vistos: El conjunto de rascacielos de Brooklyn, el edificio Municipal, el Woolworth. El espectáculo prometido tiene supuestamente que incluir al menos algunas presencias ostentosas...

Sin embargo una diferenciación perspicaz comienza a ocurrir bajo la monotonía del gris; líneas verticales, un grado más luminosas, aparecen en todos lados; las fachadas orientales de la ciudad palidecen con la luz. Tan misteriosamente como si estuviera siendo creada, una Metrópolis aparece.

Obviamente, ahora podemos concluir que se trata de una ciudad de volúmenes verticales yuxtapuestos estrechamente. Y, de hecho, no será hasta considerablemente más tarde, cuando la niebla se disperse por completo, que sea revelado allí abajo -a través del puente y el río y la avenida- la presencia de una base horizontal cualquiera para esas torres cubiertas de nubes.

Un descubrimiento ulterior permanece sin detectar: En un escrutinio en profundidad de las calles, en cierto momento, objetos móviles pueden ser claramente distinguidos. La ciudad aparentemente contiene, ahí abajo a lo lejos -¡seres humanos!

El descubrimiento requiere una pausa. Entre las colosales e inanimadas formas y aquellas criaturas tan grandes como motas de polvo que entran y salen rápidamente de sus cimientos, hay tal contraste, tanta discrepancia en escala, que unas preguntas determinadas vienen forzosamente a la mente.

¿Cuál es la relación entre esos dos? ¿Son esas pequeñas partículas la inteligencia real de la situación y esas construcciones en forma de torre algo que, en cierto modo, han excretado esas hormigas maravillosamente?

¿O son esas masas de cristal y acero la personificación de alguna fuerza ciega y mecánica que se ha impuesto a una humanidad , vista desde fuera, indefensa?"


Continuará...

Cities of Today, por Hugh Ferris en The Metropolis of Tomorrow.


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