16 diciembre 2005

EXCLUSIVA: Fragmentos del libro SUPERHÉROES Y FILOSOFÍA. MARK WAID habla sobre SUPERMAN y su LEGADO.

Durante los próximos 3 días, el Blog A Tiro publicará en exclusiva el capítulo 1 (escrito por Mark Waid) del libro Superhéroes y Filosofía que vio la luz este año en EE.UU. En este capítulo 1 el autor nos habla de la esencia de Superman (por qué el héroe hace lo que hace) en relación con el proyecto que el mismo escribió, Superman: Legado. Ante todo, disculpen las molestias si hubiese algún fallo en la traducción y no duden en comunicárnoslo para que podamos subsanarlo y ofrecer así un mejor producto.


LA VERDAD SOBRE SUPERMAN: Y SOBRE EL RESTO DE NOSOTROS TAMBIÉN.

Por Mark Waid.

Superman, el abuelo de todos los superhéroes, una institución cultural. Incluso los más elitistas y aislados intelectuales se han visto expuestos lo suficiente a la cultura pop como para ser familiares con el Hombre de Acero y con lo que representa. Él lucha una “batalla sin fin” por la verdad, la justicia y – aún entusiasta después de todos estos años, a pesar del hecho de que nadie podrá definirlo nunca más – el “modo de vida americano.” Está tan cerca a la cultura occidental contemporánea que aún viene a representar al campeón epítome del altruismo. La afirmación moral más cierta que puede ser hecha sobre superman es que invariablemente siempre antepone las necesidades de los otros a las suyas propias.

¿O no?

Preparándose para una Sorpresa.

Alguna gente adopta la astronomía o la entomología como el estudio que ocupará sus vidas y pueden identificar la Gran Nube de Magallanes en el cosmos o el más diminuto áfido en el jardín. Otros dedican su tiempo y energía a analizar y catalogar, con detalle escrupuloso, cualquier cuento popular galés o los resultados de los Mets en 1969. Yo, desde que era un niño, he estado fascinado por la mitología de Superman. Aunque ello no es mi trabajo diario (no exactamente), es el campo donde soy totalmente un experto. Libremente admito que es, por decirlo de una manera clara, bastante “especializado”, porque de entre todos mis muchos y muy variados intereses, nada en el mundo me ha producido la misma fascinación que el Hombre de Acero.

Llegado un momento, en mis tumultuosos y emocionales años de juventud, cuando yo necesitaba un guía y una inspiración, encontré una figura paterna en Superman. Ficticio o no, el poder de su espíritu literalmente me salvó la vida, y desde entonces, he hecho todo lo que he podido para devolverle el favor contribuyendo a su leyenda. En el proceso, y sin intención, yo he llegado a ser una de las autoridades mundiales en lo que al Último Hijo de Krypton se refiere. Durante años, he poseído la dudosa distinción de ser el único hombre que ha leído cada historia de Superman, visto cada dibujo animado y serie de televisión y película, escuchado cada serial radiofónico, y atesorado cada manuscrito no publicado escrito sobre él. Me he sumergido completamente en cada aspecto de la leyenda de Superman –y, a lo largo del camino, absorbido cada minucia como su número de la seguridad social o el nombre de soltera de su bondadosa madre en su juventud- y regularmente he asesorado a fuentes que van desde el Time magazine o el History Channel hasta a los productores televisivos de Smallville. Y es que hace mucho tiempo pensaba que lo conocía todo dentro y fuera de Superman. Pero me equivocaba.

La Pregunta que No Pude Responder.

Hasta la primavera de 2002 había pasado ya mucho tiempo desde que alguien me hubiera dejado perplejo con una pregunta sobre Superman. Esto cambio el día que tuve que hacer frente a una que, extrañamente, nunca se me había ocurrido plantear:

“¿Por qué él hace lo que hace?”

El hombre que se enfrentó a mí con esas palabras y tuvo el placer de ver cómo mis aires engreídos se evaporaban de mi cara y fallaba al responder fue Dan Didio, Editor Ejecutivo de DC Comics, la editorial que publica las hazañas de Superman. De nuevo, ser un experto de Superman no es mi trabajo diario, aunque en verdad es una actividad pertinente. Durante la mayor parte de mi vida adulta, he disfrutado de una carrera como un razonablemente exitoso escritor de cómics, y mi jefe me acababa de proponer crear una nueva serie de Superman llamada Superman: Legado que sería, y cito literalmente, “re-imaginar Superman para el siglo XXI.” Comprensiblemente, quería que yo ahondara en la motivación básica de Superman. ¿Por qué Superman hace lo que hace? ¿Cuáles son sus razones? ¿Qué motivos tuvo para erigirse protector y defensor de todo el mundo? ¿Por qué invariablemente pretende siempre hacer lo correcto?

“¿Por qué? Porque,” le respondí tartamudeando, “porque hacer lo correcto es… es… es la forma correcta de hacer las cosas…”

“Te he contratado para que re-imagines algo más profundo que eso,” insistió mi jefe, y tenía razón. Como yo había crecido con Superman, como había dado su presencia ficticia por garantizada, estaba cayendo en una respuesta fácil, infantil –y previsible-. La verdad es que no tenía ninguna idea, y si yo iba a hacer mi parte revitalizando el impacto del personaje en un mundo post-11S… bueno, Superman se merecía algo más que eso de mí.

Los cómics de superhéroes fueron creados, y siempre ha sido su raíz, como una fantasía adolescente de poder. Tal y como funciona su construcción literaria, no necesitan ser terriblemente complejos; en sus trajes de colores primarios, luchando contra llamativos villanos y amenazas hiperdramáticas que no son precisamente sutiles, intentan alimentar la imaginación de los niños con el mismo fuego y energía que los mitos y los cuentos de hadas de épocas pasadas. Pero, para los niños de hoy, conforme las estrellas y figuras de Batman, Spiderman y Lobezno han emergido, Superman ha llegado a ser increíblemente irrelevante. Como un símbolo de la cultura pop, disfrutó su mayor impacto hace casi medio siglo, y hoy día hay generaciones enteras para quienes Superman está cerca de ser tan significativo como el Pájaro Loco o Amos ‘n’ Andy. Y, hablando como un hombre es sus cuarenta, es tentador asumir simplemente “que los niños de hoy no saben lo que es bueno.” Pero el hecho innegable es que la Generación-X y la Generación-Y a la que escribo como guionista de cómic percibe un mundo a su alrededor mucho más peligroso, mucho más injusto y mucho más fastidiado de lo que mi generación nunca lo hizo. Para ellos, y posiblemente de manera más precisa de lo que el niño en mi interior querría creer, su mundo es uno en el que el capitalismo indiscriminado siempre gana, los políticos siempre mienten, los ídolos deportivos toman drogas y pegan a sus mujeres y donde las vallas de madera blanca son sospechosas de esconder oscuros secretos.

Y Superman, el ultraconservador Gran, Boy Scout Azul, protege activamente el status quo. Así no resulta raro que haya perdido su esplendor.

Continuará...

1 comentario:

Eva! dijo...

NO me puedo creer que buscando info sobre este libro, casualmente lo primero que me haya salido en google sea tu blog. FLIPANDO!!! xDDDD Espero que vaya todo bien! Un besote enorme!